ORMENTA EN ELMAR. Técnica mixta. 70 x 50 cm.
¿DO YOU LIKE?
Esta anécdota es de mi lejana semi bohemia. Sería el año 1964 o 1965.Tenia en ese entonces un tallercito miserable en la calle Neuquén, a unos metros de Nazca. Era una habitación antigua y espaciosa, atestada con mis cuadros, caballetes, mesa de dibujo. El cielorraso de cal se caía a pedazos que iban cayendo en los momentos más inesperados, dejando a la vista los perfiles de hierro oxidados. La única silla era la alta de dibujo. Para sentarse había que utilizar un camastro cuyas miserias disimulaba malamente una colcha. Esta había tenido alguna vez franjas blancas, verdes y negras. Pero los comentarios del tiempo amalgamaron esos colores en un gris pringoso, mezcla de manchas de oleo y otras de origen variado. Sucedió que Lidia y yo pagábamos mensualmente la cuota de un departamento que iba a ser nuestro nidito de amor cuando nos casáramos. Este era el primer mes que no habíamos reunido el importe de la cuota. Apareció una amiga muy oportuna que con ánimo de salvar la situación nos trajo al taller una pareja de ingleses. Él era alto, muy compuesto con traje impecable. Era igualito a David Niven. Ella era, bella, silenciosa, con un enorme par de anteojos. Cuando David Niven se sentó en el camastro, rogué para que su terno no se llevara adherido alguno de los manchones que formaban una capa compacta a su alrededor. Así las cosas, o comencé a mostrar oleos, pasteles, dibujos. David Niven y Anteojos habían perdido la capacidad de pestañear. Una tras otra fatigaba yo las pilas de trabajos. Los ingleses no decían ni “mu”. Para variar, al exhibir yo una técnica mixta David Niven giro dos milímetros la cabeza hacia su imperturbable cónyuge y le preguntó: ¿DO YOU LIKE? Anteojos respondió con voz apenas audible: “YES, I LIKE”. Seguí exponiendo las pocas obras que quedaban. A estas alturas creí que las cosas no andaban. En ese momento D. N giro su cabeza, solicitando con un gesto la aprobación de Anteojos. Acto seguido me preguntó el precio de la obra. Yo estaba angustiado, cansado. Me agarre fuerte de un caballete y cante el valor… de la cuota del departamento. Sin chistar D. N., hizo un cheque. No recuerdo los comentarios de Lidia ni de la amiga. Solo recuerdo que sostenía el cheque en la mano y lo sostenía como un estúpido.
Saldremos de esta crisis Hasta de la nube más negra sale agua clara.
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ORMENTA EN ELMAR. Técnica mixta. 70 x 50 cm.
¿DO YOU LIKE?
Esta anécdota es de mi lejana semi bohemia. Sería el año 1964 o 1965.Tenia en ese entonces un tallercito miserable en la calle Neuquén, a unos metros de Nazca. Era una habitación antigua y espaciosa, atestada con mis cuadros, caballetes, mesa de dibujo. El cielorraso de cal se caía a pedazos que iban cayendo en los momentos más inesperados, dejando a la vista los perfiles de hierro oxidados. La única silla era la alta de dibujo. Para sentarse había que utilizar un camastro cuyas miserias disimulaba malamente una colcha. Esta había tenido alguna vez franjas blancas, verdes y negras. Pero los comentarios del tiempo amalgamaron esos colores en un gris pringoso, mezcla de manchas de oleo y otras de origen variado. Sucedió que Lidia y yo pagábamos mensualmente la cuota de un departamento que iba a ser nuestro nidito de amor cuando nos casáramos. Este era el primer mes que no habíamos reunido el importe de la cuota. Apareció una amiga muy oportuna que con ánimo de salvar la situación nos trajo al taller una pareja de ingleses. Él era alto, muy compuesto con traje impecable. Era igualito a David Niven. Ella era, bella, silenciosa, con un enorme par de anteojos. Cuando David Niven se sentó en el camastro, rogué para que su terno no se llevara adherido alguno de los manchones que formaban una capa compacta a su alrededor. Así las cosas, o comencé a mostrar oleos, pasteles, dibujos. David Niven y Anteojos habían perdido la capacidad de pestañear. Una tras otra fatigaba yo las pilas de trabajos. Los ingleses no decían ni “mu”. Para variar, al exhibir yo una técnica mixta David Niven giro dos milímetros la cabeza hacia su imperturbable cónyuge y le preguntó: ¿DO YOU LIKE? Anteojos respondió con voz apenas audible: “YES, I LIKE”. Seguí exponiendo las pocas obras que quedaban. A estas alturas creí que las cosas no andaban. En ese momento D. N giro su cabeza, solicitando con un gesto la aprobación de Anteojos. Acto seguido me preguntó el precio de la obra. Yo estaba angustiado, cansado. Me agarre fuerte de un caballete y cante el valor… de la cuota del departamento. Sin chistar D. N., hizo un cheque. No recuerdo los comentarios de Lidia ni de la amiga. Solo recuerdo que sostenía el cheque en la mano y lo sostenía como un estúpido.
Saldremos de esta crisis Hasta de la nube más negra sale agua clara.